Me alejé y me dejó ir
A veces, cuando la vida se pone dura, puede que pienses: quiero desaparecer. Tal vez tu vida se siente demasiado pesada con las injusticias del mundo, tal vez estás abrumado con todo lo que tienes que hacer, o tal vez desearías que una relación en la que estás fuera diferente. Si te sientes deprimido y en un ciclo descendente de rumiación, es posible que sientas que no puedes hacer nada bien y que sólo desees desaparecer antes de estropearlo aún más.
Desaparecer puede resultar tentador porque te puede parecer una oportunidad potencial para hacer una pausa en tu vida. No tendrías que contarle a nadie lo que te pasa, no tendrías que lidiar con el imbécil de tu jefe y los platos en el fregadero ya no se burlarían de ti.
Alejarse de alguien que no te valora
Los niños discuten con sus padres todo el tiempo y, en muchos casos, es tolerable y normal. Pero cuando tu hijo te falta al respeto, empieza a gritar o a decir palabrotas, o se enfada y no se calma, tienes que desentenderte. Debe alejarse y negarse a seguir discutiendo con su hijo hasta que sea capaz de hacerlo con respeto.
Desentenderse y negarse a discutir es una de las mejores maneras de acabar con las luchas de poder y las discusiones. Pero muchos niños -sobre todo los desafiantes y los que se oponen- siguen a sus padres y prolongan la discusión. ¿Por qué lo hacen? ¿No odian las peleas tanto como tú?
Cuando te alejas o dejas de participar en una discusión, envías a tu hijo el mensaje de que tú tienes el control. Aunque no sea consciente de ello, siente que el poder pasa de él a ti. Cuando te alejas, controlas la situación. Tú ganas cuando te alejas, y ellos no quieren que ganes.
Así que intentan que vuelvas a la discusión para recuperar el control y asegurarse de que no ganas. Intentarán casi cualquier cosa para mantener la discusión, ya sea insultarte, tirarte cosas, hacer un agujero en la pared o dar un portazo.