Quejarse menos

Quejarse es un pasatiempo común para muchas personas. Algunas personas incluso se unen por sus quejas mutuas acerca de los restaurantes, la política, el clima, e incluso sus propias vidas. Por muy adictivo que sea, quejarse puede crear un ciclo de negatividad. Aprende a controlar tus quejas y utiliza tu voz para hacer afirmaciones positivas.

 

Quejarse por todo

Quejarse es una parte natural de la comunicación humana. A menudo es una respuesta a los problemas o una forma de comunicar insatisfacción. A veces, sin embargo, las personas se preguntan si se quejan demasiado.

Probablemente no sea realista decidir no quejarse nunca más, pero establecer límites puede ser beneficioso. Este artículo explora algunas de las razones por las que la gente se queja, el impacto que puede tener en el bienestar y los pasos para minimizar las quejas diarias.

No es que la mayoría de la gente se pase el día señalando lo negativo de la vida, ni mucho menos. La mayoría de la gente incluso trata activamente de darse cuenta y hablar de todo lo que tiene que agradecer en la vida. Pero quejarse es propio de la naturaleza humana.

Incluso las personas que a menudo comparten momentos especiales con sus seres queridos, siguen sus pasiones en la vida, escriben sobre la gratitud en un diario o realizan otras actividades positivas pueden llegar a quejarse más de lo necesario y más de lo saludable.

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Reto sin quejas

A veces nos quejamos sin darnos cuenta, pero rara vez es útil. Seguro que una queja común puede unir a dos personas que quizá no tengan nada en común, pero quejarse demasiado acabaría por romper la relación.

Dijera lo que dijera o hiciera lo que hiciera, nunca parecía animarla. Es indiscutible que estaba pasando por un mal momento, pero su actitud negativa empeoraba las cosas. Al final nos distanciamos porque era más de lo que yo podía soportar en aquel momento.

Entonces, ¿qué pasa si eres tú el que se queda atrapado en la actitud negativa? Todos hemos pasado por eso. Yo lo he hecho. Hay días en los que todo parece ir mal, y quejarse es lo más fácil de hacer.

Es más fácil quejarse que solucionar un problema, como dejar el trabajo o hablar con alguien. Pero creo que cuando intentas ver las cosas desde otra perspectiva y te propones dejar de quejarte, ¡es posible!

Sin duda, es más fácil decirlo que hacerlo. Nuestro cerebro tiende a gravitar hacia lo negativo. Como en la cita anterior, lo primero que nos molesta son las espinas del rosal, en lugar de maravillarnos al ver las hermosas rosas.

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Negatividad de los socios

Los quejosos crónicos en el lugar de trabajo son tóxicos no sólo para ellos mismos, sino también para las personas que les rodean.    Es un hábito que suele formarse en la infancia, surge de la necesidad de validación y atención y, con el tiempo, puede alterar las vías neuronales del cerebro y convertirse en parte de la personalidad, lo que hace que sea difícil de tratar.    Ofrecer simpatía y soluciones es poco probable que cambie el comportamiento y, si se encuentra con él en el lugar de trabajo, lo mejor es poner límites a la queja, señalando que las quejas deben referirse a cuestiones concretas que puedan resolverse.    También hay que sugerir al quejoso que exprese aprecio y gratitud en los momentos en que sienta el impulso de quejarse.    Con coaching y terapia, es posible que un quejoso crónico cambie su patrón de comportamiento y se vuelva más constructivo.

Lisa no aguantaba más. Cada vez que se reunía con su colega Peter, uno de los altos ejecutivos de la gran cadena de distribución en la que ambos trabajaban, éste comenzaba un interminable lamento sobre su trabajo, el gobierno y su vida personal. Después de escuchar los lamentos de Peter, no tardó en experimentar una reacción claustrofóbica. No ayudaba que cada vez que Lisa intentaba replantear la situación de Peter de forma más positiva, él volvía a su negatividad. Las constantes quejas y lamentos de Peter eran tóxicas para todos, incluido él mismo.

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Por Anna

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